Cris Morena: “Sufrí tanto que necesito salvar a todos los niños del mundo”

27
Mar

Cris Morena: “Sufrí tanto que necesito salvar a todos los niños del mundo”

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En una nueva entrega de su ciclo “A dónde vamos cuando soñamos”, Oriana Sabatini entrevista a la creadora de grandes éxitos como Chiquititas y Casi Ángeles. Su dura infancia y la presencia de Romina Yan, su hija que murió en 2010.

“Mucha gente la conoce por sus logros. Sus novelas entraron en nuestros hogares y nos regalaron sonrisas. Sin embargo, muchas veces esas historias nacían de sus dolores más profundos. Hoy, Cris Morena nos presenta quién se esconde detrás del personaje, sus sueños, sus luces y sus sombras”.

La segunda invitada del ciclo A dónde vamos cuando soñamos es una de las mujeres más exitosas de nuestro país, conductora de Jugate Conmigo y creadora de, entre otras gemas juveniles, Casi ÁngelesChiquititas, FloricientaRincón de Luz, Rebelde WayAliados y la que hoy la tiene ocupada: Margarita. ​En septiembre de 2010, el golpe más duro impactó en su vida: su hija Romina Yan falleció por muerte súbita. De sus inicios, sus dolores y sus sonrisas, habla en esta charla.

— Con vos me pasa un poco como con los padres. Un niño siente que los conoce y que existen a partir de su propia existencia. Cuando pensaba en toda tu carrera y todos tus trabajos, me encantaría conocer a María Cristina de Giácomi, porque Cris Morena nació después.

— Cris Morena fue un invento del productor de una serie que se llamaba Dulce fugitiva. Y la fugitiva era una tal Laura Morena. Yo no aparecía nunca, solo en los títulos. Por primera vez se habían hecho títulos en una serie, en Uruguay, con helicópteros y yo iba con un vestido blanco divino. Y la canción era brasilera, entonces decían “Esta chica debe ser brasilera”. Pero en la calle me pedían autógrafos. No había redes, no había nada. Y yo firmaba Laura Morena, claro. Lo más loco fue que la historia era de Gerardo Romano con una protagonista, pero la gente empezó a escribir a ATC diciendo que aparezca Laura. Él buscaba a esa actriz muy joven que se había ido y nadie la encontraba. En su búsqueda, como fotógrafo, se encontraba con el amor de su vida. Pero la gente empezó a decir “No, que encuentre a Laura”. Y tuvieron que hacerlos encontrar, tipo clip, en los bosques de Palermo: yo venía en un caballo blanco. Él también. No hablamos nunca. No me dejaron emitir sonido. Era el encuentro final con Laura Morena. Cuando termina, me dicen: “Bueno, ¿cómo te vas a llamar? Porque tu nombre, Cristina de Giacomi, es dificilísimo. Giacomi, dificilísimo. Yankelevich —ya estaba casada—, no te vas a poner.”

— Sí. Era chiquita y no solo estaba casada, sino que ya tenía a mis dos hijos. Entonces empecé a buscar nombres en la guía, tipo Foster. Y llegué al otro día y le dije: “Yo me voy a llamar con mi nombre”. Y me dijo: “No, vos te vas a llamar Laura Morena”. Yo firmaba autógrafos muchísimo. Y le respondí: “Por favor, déjame aunque sea mi nombre”. Y bueno, Cris Morena. Yo iba a un colegio de clase alta, con un nivel de gente totalmente pacata, amorosa pero especial. ¿Pero cómo te vas a llamar Cris Morena? ¡Pero qué grasada! Me decían. Pero en mi documento soy Cristina de Giacomi.

— ¿Quién fue María Cristina de Giácomi? Te quiero imaginar de niña…

— Fui la primera de la familia. Somos cuatro hermanos, vivíamos en Alcorta y Tagle, muy cerca de donde yo vivo ahora. Y era una época en la que todo se podía hacer. No existía la televisión todavía. Iba a jugar a la plaza. Por ejemplo, un día agarré a mi hermano y tenía un carrito lleno de juguetes, que para mí era enorme. Lo metí en el ascensor, en el 10º piso, toqué la planta baja y me fui a la plaza con mi hermano chiquitito de dos años. Hacía cosas salvajes. Mi abuela vivía abajo. Me acuerdo perfecto de que lo paré arriba del inodoro y le hice todo un vestido de papel higiénico. Gasté todos los papeles higiénicos que tenía mi abuela. Lo envolví como una momia. Casi me matan. Era medio loquita. Después, en el colegio, me aquieté mucho. Era la más chica de mi clase, entré a los cinco años en primer grado. Hablaba muy bien francés porque mi abuelo era francés. En francés, estaba dos años adelantada. Fui al colegio que ahora se llama San Martín de Tours, pero era Notre Dame de la Asunción. Imaginate las Damas de la Asunción, monjas religiosas francesas, súper top, pero con un nivel de crueldad grande, importante. Había que arrodillarse delante de ellas y que la pollera tocara el piso. Me puse elástico en la pollera. Cuando salía, me lo subía todo y me quedaba por acá.

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