Tener un buen coach -o no- puede ser lo que nos determine a seguir o abandonar nuestra actividad física. Te presentamos las distintas características que debe poseer (o posee) un buen coach.
Capacidad de establecer relaciones
Los coaches tienen que ser individuos asequibles y con una inclinación natural a apoyar a los demás de una forma incondicional.
Deben entregarse plenamente en la tarea que realizan sin importarles a priori su resultado. El éxito del coaching depende, en gran medida, de la naturaleza de la relación entre el tutor y el pupilo, por eso es tan importante y vital. Es necesario que a la vez que les inspira, mantenga con el alumno una relación de confianza y comunicación importantes.
Los tutores deberían fomentar individuos independientes, capaces de tomar sus propias decisiones y determinar la calidad de las relaciones que desean.
Un buen coach debe tener muy en cuenta lo siguiente:
– Dedicar tiempo para conocer al individuo.
– Estimular el comentario y la resolución de problemas, potenciando la comunicación.
– Fomentar la credibilidad. Es importante ganarse la confianza del alumno y así poder ayudarle de una forma más efectiva.
– Potenciar la confianza.
– Potenciar la sinceridad.
– Fomentar la confidencialidad de la relación.
– Demostrar paciencia ya que en ocasiones los procesos de cambio pueden ser lentos, ofreciéndole apoyo incondicional.
– Permitir al individuo que realice sus propias reflexiones y descubra sus respuestas.
– Capacidad de inspirar a los demás
Un coach eficaz no utiliza la presión exterior para imponer disciplina, sino la motivación interior del individuo. El verdadero coach es consciente de las necesidades de desarrollo de los alumnos y les inspira para alcanzar sus máximos objetivos y cumplir su destino.
No todo el mundo posee la capacidad de influir en los demás. Algunas personas tienen un don especial para apoyar a sus semejantes en las dificultades y penalidades de la vida. Un coach triunfador inspira y anima a asumir riesgos y protege a quienes dudan o fracasan. Los que no están dispuestos a arriesgarse a fracasar, corren el peligro de estancarse.