La filosofía slow, una solución al problema de la falta de tiempo y a la velocidad que demanda la vida moderna. su sistema, basado en tomarse el tiempo necesario para estar enfocados en el presente, crear relaciones sólidas, pensar mejor y ser productivos fue tan bien recibido que se trasladó a la comida, las ciudades, las oficinas, la escuela y la relación entre padres e hijos. Dado que se aceleró nuestro ritmo de vida en las últimas dos décadas, veamos de qué modo se aplica la lentitud al hogar.
¿En qué nos beneficia tener una casa slow?
Es nuestro puerto seguro, donde nos encontramos con otros y nos cargamos de energía. Es necesario sentirse a gusto en casa antes de salir a enfrentar (o cambiar) el mundo. Si no es un lugar de cobijo, alegría y tranquilidad, será difícil estar en armonía en el afuera.
Debemos generar un espacio totalmente libre de tecnología, una propuesta tan osada como relajante.
¿Cuáles son las características del hogar lento?
La naturaleza, tener plantas genera un ambiente lento.También ayuda la iluminación (estimulante de día; serena de noche). El desorden, o tener demasiadas cosas, puede ser estresante mientras que vivir en ambientes despejados crea una atmósfera de calma.
La ambientación correcta
Rodearnos de pocas cosas, pero que sean bellas, bien hechas, que tengan un significado especial. Tener objetos que nos inviten a detenernos para contemplarlos. Ese simple hecho genera satisfacción y nos lleva a cambiar de ritmo. Eso también se refleja en las pautas de consumo, porque las compras son planificadas, meditadas y así gastamos menos.
Reservar un ambiente que quede permanentemente libre de tecnología y pantallas. La idea es crear un lugar donde se pueda descansar y comunicarse con los demás sin interrupciones.
Si esto se cumple, disminuye la sensación de cansancio y mejora la concentración. En cambio, si hay un celular visible, la charla tiene un nivel superficial.
Los habitantes de la casa tienen que acordar en qué momento del día van a apagar todos sus dispositivos. Mientras estén desconectados deberán buscar experiencias que los conecten con el mundo real como salir a caminar, conversar, escribir o tomar una siesta. Así, ya dejarán de estar colonizados por los gadgets.
Hábitos que se pueden recuperar para vivir una casa lenta
-Nunca un microondas, cocinar a un ritmo más natural.
-Leer un libro (sin pantalla) antes de ir a dormir.
-Encender velas durante las comidas, al sentarse a leer o a charlar con alguien.
Los hábitos nos ayudan a vivir los minutos y segundos en lugar de contarlos.
