Hay quienes padecen de pánico a envejecer. Es lo que en psicología se conoce como gerascofobia, que suele ir vinculada a un componente irracional que hace obsesionarse por lo inevitable: el transcurso vertiginoso de los años y los cambios en el cuerpo asociados a la pérdida de juventud y belleza. Es importante saber identificarla a tiempo para que no se convierta en un problema que afecte a la calidad de vida de quien la padece, como nos explican desde Psicopartner. Y es que el problema viene porque la gerascofobia suele ir acompañada de procesos de ansiedad, miedo y continuos pensamientos negativos que llevan al individuo a sentir pánico cuando piensa en el futuro.
“A menudo, quienes la padecen suelen experimentar otras fobias y manías asociadas, como la gerontofobia, o miedo a las personas ancianas, que viene acompañado por un sentimiento de desprecio y rechazo hacia la tercera edad”, explican. Y añaden que quien tiene gerascofobia no solo sufre con los cambios de su aspecto físico que se suceden con el paso de los años, sino también con otras consecuencias que la vejez puede traer consigo como la pérdida de movilidad, la posibilidad de ser llevado a una residencia, el empeoramiento de la salud o tener que depender de los demás.
Nos planteamos cuáles son las causas que pueden llevarnos a padecer este problema, a tener ese miedo a envejecer. “Podemos señalar aspectos culturales, relacionados con los valores de la sociedad actual donde la juventud, la belleza, la rapidez, lo más nuevo… tienen un valor en sí mismo, y son símbolo de éxito, de bienestar, de felicidad. De forma que todo aquello que no cumpla con estos criterios se rechaza”, nos explica Ana de Paz Menéndez, Psicóloga Sanitaria en Psicopartner.
Pero matiza que, en su opinión, desarrollar una angustia intensa respecto al hecho de envejecer no puede ser fruto de una sola causa. “Factores familiares, por ejemplo, el aprendizaje de cómo esta circunstancia ha sido afrontada por las personas significativas, y factores individuales tienen también que tenerse en cuenta: propias creencias sobre lo que significa madurar o envejecer, experiencias traumáticas vividas en torno a la vejez o la enfermedad y rasgos de personalidad”, apunta. Por ello es importante a la hora de abordar este problema realizar un estudio individualizado, que aporte las claves para la comprensión de su desarrollo en cada persona.
Tener una imagen negativa de la vejez es otra de las principales causas que llevan a desarrollar este tipo de patología. Normalmente, se asocia esta etapa de la vida con la decadencia, la soledad, la enfermedad… e, incluso, con la fealdad. Entender que la vejez no solo implica la pérdida, sino que es parte de la vida y la evolución, es primordial para aceptar el devenir del tiempo con sus respectivos cambios.
¿Hay un perfil de personas con más riesgo de padecer este problema? La psicóloga cuenta que en términos generales las fobias suelen ser más habituales en mujeres, pero más que una cuestión de género, lo relevante es la historia de la persona, sus experiencias, aprendizajes, valores, creencias… Suele presentarse alrededor de los 30 años, una etapa de la vida en la que las personas logran la madurez. A nivel físico, tienden a cuidar más su apariencia y exigirse ser más productivos. Puede aparecer en personas con excesiva preferencia por el cuidado de su aspecto físico, individuos altamente narcisistas, con un alto nivel de autoexigencia, o incluso quienes por motivos laborales o familiares están al cuidado de personas mayores en situación de dependencia.
“El desarrollo de un miedo irracional a envejecer puede aparecer en el momento de empezar a percibir las primeras señales de madurez (canas, arrugas…) en personas que tienen una excesiva preocupación por su aspecto físico además de un desmesurado nivel de exigencia y elevada rigidez cognitiva. Personas para las que el proceso de envejecer se asocia con el deterioro físico, con pérdida de facultades, de autonomía y para las que hacerse mayor implica irremediablemente soledad, aburrimiento, decadencia, lo que hace activar adicionalmente estos miedos. Pueden tener dificultad para la gestión de emociones, así como una alta predisposición ansiosa”, nos detalla la especialista.
Por todo ello, hemos de estar atentos a algunas señales o síntomas que nos indican que podemos padecer este problema. “Si la ansiedad, el miedo, los pensamientos negativos en torno al proceso de hacerse mayor y de envejecer son constantes y dificultan e interfieren el funcionamiento diario, es importante recurrir a la ayuda de un profesional si la persona no se siente capaz de afrontar este miedo por sus propios medios”, nos sugiere la psicóloga.