Los frutos secos en general, son alimentos concentrados energéticamente, pero muy nutritivos. Es decir, poseen alta densidad calórica porque en poco volumen concentran calorías, pero al mismo tiempo, están llenos de nutrientes beneficiosos para el organismo. Entre sus propiedades nutricionales, podemos nombrar: grasas saludables y muchos de ellos con ácidos grasos omega-3 en su composición.
A excepción de las castañas que casi no contienen grasas y poseen más cantidad de hidratos complejos, la mayor parte de los frutos secos aportan alrededor de las 600 Kcal por cada 100 gramos porque contienen unos 50 a 60 gramos de grasa en esta cantidad.
Frente a estos datos numéricos lo primero que se cree es que los frutos secos engordan ¡eso es sólo un mito! Además hasta incluso ayudan a combatir la ansiedad. Ya que son alimentos muy ricos en proteínas vegetales y contienen fibra: ambos factores dan saciedad.
Ofrecen una diversidad importante de vitaminas y minerales entre los que destacan el potasio, magnesio, fósforo, vitamina E y del complejo B. En algunos también es considerable el contenido de calcio, por ejemplo en las almendras y avellanas. Por lo tanto, elegir este alimento enriquecerá nutricionalmente la dieta. Aparte, ¡dale! No se suman los frutos secos por las calorías y después se terminan comiendo harinas refinadas en facturas, galletitas y demás. Seamos honestos.
Dada la gran concentración de nutrientes, su contenido en fibra y proteínas vegetales, son aliados de una buena salud cardiovascular, sus grasas saludables y su alto contenido en potasio, protege nuestros vasos sanguíneos, ayuda a reducir la presión arterial y disminuye el colesterol malo mientras aumenta el colesterol bueno en sangre.
El fruto que más destaca: las nueces. Contienen potentes neutralizadores de los radicales libres más allá de su vitamina E que protege a las células ante la oxidación y el envejecimiento.