El sociólogo español, Luis García Toja, analiza el impacto de las redes sociales virtuales en las relaciones personales “de carne y hueso”. Principalmente, los cambios en las relaciones de amistad entre las personas, a partir de la incorporación de estas nuevas plataformas en la cotidianidad de las personas.
“Vivimos en la sociedad más individualista de la historia”, afirma García Tojar. No hay una explicación única a esta afirmación, pero en su opinión lo que queda claro es que “la mayoría de estudios coinciden en que en el mundo contemporáneo la amistad se ha hecho más volátil, más fácil de hacerse y deshacerse. Más basada en el interés también”.
No sólo eso. Según explica el experto el concepto de amistad ha cambiado, y es que ahora “los amigos para toda la vida tienden a ser cada vez más escasos y aparecen los amigos especializados: subgrupos de amigos vinculados exclusivamente a un tema o una actividad”. Quizás no nos paremos a pensarlo, pero lo cierto es que suele ser común que tengamos menos tiempo para esas amistades de siempre, y sin embargo, nos sea más fácil sacar un rato para nuestro grupo de pádel o salir con los compañeros del instituto de inglés. Todo esto influido, sin duda, por una nueva forma de relacionarnos, en la que las nuevas tecnologías tienen un papel fundamental. “Gracias a ellas, por ejemplo, podemos tener amigos a quienes nunca hemos visto. Algo casi inaudito en la historia de la humanidad. Las nuevas tecnologías y la nueva sociedad que emerge con ellas están redefiniendo el concepto de amistad”, apunta Luis García Tojar.
La amistad y el bienestar emocional
Por supuesto, la amistad también es una de las claves en nuestro bienestar emocional. Tal y como relata Nayara Malnero, psicóloga en el centro integral Psic & Corps de Gijón, la cuestión de las amistades aparece en sus consultas “siempre y sin excepción”. En el caso de los jóvenes porque los amigos son un pilar fundamental, tanto en su ocio, como en su consuelo. En el caso de los adultos, sin embargo, como una forma de llenar los vacíos que muchas veces dejan los hijos cuando se van, o en casos de divorcio o viudedad, cuando necesitan reforzarse los vínculos sociales. Así, Nayara Malnero observa que las personas que conservan sus amistades “muestran una salud tanto física como psicológica mucho mayor”, y es que “sin el contacto frecuente con los demás, difícilmente podemos ser felices”.
¿Por qué cuesta conservar las amistades?
No hace falta ser sociólogo ni psicólogo para saber que es más fácil tener amigos cuando se es joven, por una razón muy simple: tenemos más tiempo. Crecer significa, entre otras cosas, ver mucho más comprometidas las horas de tu día. Primero, por las responsabilidades laborales, pero por supuesto también las familiares. Todo ello sin contar con que nuestro tiempo de ocio también se ve mucho más afectado por compromisos sociales con los que “debemos” cumplir, y siempre pensamos que los amigos estarán ahí de todas formas. Pero las relaciones de amistad, como puede pasar con las relaciones sentimentales, se echan a perder si no se trabajan de una forma constante.
“En efecto, a medida que sumamos años las relaciones se debilitan y, reconozcámoslo, en la mayoría de las ocasiones somos nosotros los responsables: no las cuidamos, nos enfrascamos en nuestros quehaceres diarios y dejamos atrás a aquellos que no nos siguen en nuestro día a día”, apunta la psicóloga. Esto hace que “el día en que paramos (el mejor ejemplo es la jubilación) y contamos con un rato libre, nos demos cuenta de que no tenemos nada qué hacer o, peor aún, que no tenemos con quien compartir ese tiempo”.
Cómo conservar los amigos o hacer nuevas amistades
Todo problema tiene su solución, y esta es sencilla. Quizás, pararse a reflexionar acerca de la relación con nuestras amistades es el primer paso para cambiar la misma. Por ejemplo, dejándonos de preocupar por la cantidad de “me gusta” que reciben nuestras fotos, y utilizando las redes sociales, no para encerrarnos en nosotros mismos, sino para mejorar nuestras relaciones con los demás. Es cierto que tenemos menos tiempo para vernos, pero siempre hay un rato para enviar un mensaje preguntando “qué tal”, a esa persona que hace tiempo que no ves, bien por lo ajetreado de nuestras vidas, o a veces, por la propia distancia física. Puede que cueste verse, pero no “saberse”.
Por otra parte, si nuestro círculo de amistades ya se ha visto reducido, hay que pensar que nunca es tarde para conocer gente nueva, y que quizás, eso sea un factor que enriquezca mucho más nuestra vida. Para hacer amigos no hay edad, todo es cuestión de proponérselo, y es que como insiste Nayara Malnero, “hacer amigos es fácil para los niños porque en el parque hay juegos en los que compartir espacios o materiales, porque en el colegio les colocan en grupos o parejas para hacer las tareas, o sencillamente porque romper el hielo les resulta muy natural con cualquier excusa. ¿Pero por qué no tomar esta sabiduría infantil para nosotros?”.
De esta forma la psicóloga recomienda apuntarse a actividades que nos gusten o que nos causen curiosidad y en las que se cuente con que participa un grupo de personas. “Algunos ejemplos pueden ser: baile, actividades más o menos activas en asociaciones de vecinos, clubs de lectura, grupos de crecimiento personal…”. Anticipándose a nuestra vergüenza o a nuestras oxidadas herramientas sociales, la psicóloga de Psic & Corps destaca que “si lo que cuesta es entablar conversación, solo hay que recordar que cualquier tema es bueno, desde el tiempo, hasta la hora qué es, aprovechar el contexto en el que te encuentras es lo más útil. Por supuesto, también cuidar tu sonrisa y una actitud positiva, ese es el mejor ‘buscador de amigos’ que podemos tener”.