La cerveza es una bebida hidroalcohólica que se obtiene de forma natural a través de la fermentación de la malta de cebada. Su conocimiento y su consumo se remontan a las civilizaciones más primitivas y todas las culturas que nos precedieron encontraron en el consumo de cerveza alimento, satisfacción y beneficio para la salud. Los expertos en salud reconocen que el consumo habitual de cerveza puede ser beneficioso, siempre y cuando este se realice acompañando a las comidas y este sea moderado o muy moderado. El problema reside en que la cerveza contiene alcohol etílico en variable cantidad en su composición y recuerdan que esta sustancia es perjudicial para nuestro organismo y es tóxica para determinados órganos, de forma que, si se ingiere en cantidades excesivas puede ser muy perjudicial para la salud.
Entendemos que el consumo moderado y responsable es aquel que por su cantidad, su momento de ingestión y su contenido en alcohol, aprovecha al máximo los efectos saludables de la cerveza evitando los efectos nocivos generados por el alcohol etílico que contiene.
La cerveza es una bebida formada por la cebada, el lúpulo, el agua y la levadura, y que se obtiene a través de la fermentación siguiendo cuatro pasos en su fabricación, el malteado, la maceración, la fermentación y la maduración. Durante el malteado los granos del cereal se muelen e inician una germinación controlada. Una vez molido se añade agua para crear el mosto cervecero. Este se filtra y se añade el lúpulo y una vez cocida la mezcla se añade la levadura para que fermente y transforme los azucares en alcohol y después se somete a una lenta maduración a bajas temperaturas y se envasa.
La cerveza está compuesta por agua en un 92-96%, azucares, proteínas en escasa cantidad, ácidos orgánicos, minerales, vitaminas del grupo B, ácido fólico y alcohol etílico. Su contenido en calorías se encuentra entre 38 y 45 calorías por cada 100 ml y el contenido alcohólico es muy variable pues oscila entre los 4º y los 8ª grados.
Existen múltiples y diferentes tipos de cervezas. Las ‘lager’ son cervezas claras y rubias o tostadas para tomarse frías. La ‘pilsen’, ‘lager especial’ y ‘lager extra’ son sus variantes.
Las cervezas ‘ales’ han sido las más populares con graduaciones más altas y sabores más variados, suaves e intensos.
Las cervezas negras, hechas con maltas tostadas, de color muy oscuro, más cremosas y de sabores más fuertes y marcados, con matices a chocolate y café.
Las cervezas artesanas han adquirido mucha popularidad en los últimos años por su variedad y sus diferentes sabores y texturas.
Aunque la cerveza es de las bebidas alcohólicas que menos alcohol contiene, esta condición hace de ella una bebida poco recomendable para la salud, sobre todo si se consume en exceso. Aun así, es una bebida que, en moderadas cantidades, puede reportar al organismo algunos beneficios.
El consumo moderado está en relación con el peso, la edad, la tolerancia y el momento de ingerir el alcohol. Así, las mujeres toleran peor el alcohol. A misma cantidad de alcohol, la tolerancia es mayor si el peso esta en 90 Kg que si está en 50 Kg, o si es un adulto o un adolescente. Si el alcohol se toma acompañado de alimentos, su tolerancia es mayor.
Nuestro consejo es que no se superen los 20 gramos de alcohol por día, lo que equivale a dos copas de cerveza al día y, a ser posible, siempre acompañadas de alimentos, ya sea en aperitivo o en las comidas.
La cerveza sin alcohol mantiene todas las cualidades saludables de la cerveza y evita la presencia del alcohol como elemento nocivo para la salud. Además tiene la gran ventaja de aportar a la dieta menos calorías. En este sentido, hay que recordar que las tipo 0,0 son las que no contienen alcohol para dañar la salud. El calificativo ‘sin’ se añade cuando la graduación alcohólica es menor al 1 por 100 en volumen. En cambio, la cerveza 0,0 sí es una cerveza sin alcohol, ya que el máximo contenido en alcohol no puede ser superior al 0,04%, que es una cantidad ínfima, señalan desde la Asociación Diabetes Madrid.