Desde Montpellier o desde Toulouse podemos trazar un recorrido de lo más apasionante por el departamento francés del Aveyron. Empezamos con gusto, porque solo con mencionar el nombre de la primera parada de la ruta, Roquefort-Sur-Soulzon a muchos se les hará la boca agua. Y es que en este pueblo al sur del Parque Natural de Grands Causses la atracción es visitar las cuevas donde madura su famoso queso, un laberinto subterráneo cavado bajo el monte de Cambalou que cuidan maestros queseros, guardianes de una tradición que se remonta miles de años. Y, por supuesto, catar sus quesos en bodegas como Caves Roquefort Société (roquefort-societe.com/les-caves) o Roquefort Gabriel Coulet (gabriel-coulet.fr).
Conduciendo media hora desde Roquefort llegaremos a un lugar significativo, y que aquí encontramos la primera abadía cisterciense construida en el Aveyron, fundada en el siglo XII en un valle fértil con suaves pendientes arboladas por los discípulos de San Bernando. Un lugar de proyección cultural y espiritual, donde se organizan festivales de música sacra y muchas otras actividades (sylvanes.com).
Para los amantes de la historia y del patrimonio, la planicie del Larzac es un tesoro, pues durante cinco siglos los templarios estuvieron al cargo de su territorio. Dos días nos harán falta para seguir los pasos a estos caballeros hospitalarios y recorrer los 85 kilómetros que conforman el circuito de sus cinco aldeas fortificadas: La Cavalerie, La Couvertoirade, Saint-Jean d’Alcas, Sainte-Eulalie-de-Cernon y Le Viala-du-Pas-de-Jaux.