Si dormimos poco, estaremos cansados durante el día, con menos capacidad de atención, concentración y eso genera menos rendimiento intelectual, laboral, educativo, y pérdida de memoria. También, se tiene menos capacidad de detectar lo que sucede alrededor y eso reduce la efectividad a la hora de hacer tareas de precisión, algo que puede tener que ver con el trabajo o con el esparcimiento.
La apnea de sueño se produce cuando la respiración se detiene y recomienza repetidas veces. El ronquido y la apnea son dos fenómenos que se relacionan con la obstrucción de la vía aérea y tienen que ver con mayor o menor grado de obstrucción. Al ronquido hay que combatirlo porque es molesto para uno mismo y para un tercero, pero es importante descartar que la persona no sufra apnea del sueño cuando ronca porque es algo que puede ser muy frecuente. Existen pacientes que tienen 30, 40 o 100 apneas por hora. Eso baja el oxígeno en sangre, sufre el corazón, el cerebro, y podría aumentar la posibilidad de sufrir ataques cardíacos, hipertensión, diabetes, entre otros problemas.
¿Cómo darse cuenta si alguien tiene apnea de sueño?
– El ronquido intenso, se hacen pausas en la respiración.
– Si la persona se despierta por sus ronquidos o porque se ahoga.
– Si duerme ocho horas y se levanta cansada o con sueño, es un indicador que está durmiendo mal.
– El sobrepeso es un factor de riesgo para tener apnea de sueño y también, si la persona padece presión alta o diabetes.
Hoy se puede realizar estudios de sueño con equipos portátiles en la casa del paciente, con mínima invasión. Es la forma más fácil de estudiar y tan fiable como los estudios clásicos que se realizan en el laboratorio. Es importante que conozcamos más sobre nuestra salud para adquirir conductas preventivas que nos ayuden a vivir mejor.
Consejos para ayudarte a dormir mejor
La organización: Acostarse y levantarse todos los días a la misma hora. El organismo es un “aparato” muy bien calibrado y necesita esa regularidad para que funcione adecuadamente.
Actividad física: Tratar de alejar el ejercicio de las horas de descanso, por lo menos tres o cuatro horas es lo recomendable, salvo que sean actividades que ayuden a relajarse.
Alimentación: el proceso digestivo eleva la temperatura corporal, aumenta la frecuencia cardíaca y el riesgo de reflujo, por eso se sugiere cenar una hora y media o dos antes de irse a dormir.
Evitar el uso de pantallas: la luz intensa estimula el cerebro, que interpreta que todavía es de día y que tiene que seguir despierto, así será más difícil que conciliar el sueño, sobre todo si la persona padece insomnio. Lo ideal es leer un libro (impreso), con una luz tenue, tomarse una ducha de agua caliente que dispara ciertos mecanismos que nos inducen a dormir o implementar alguna terapia de relajación.
Cuidar el ambiente: lo ideal es dormir en silencio, en oscuridad, con una temperatura ambiental moderada de 24 o 25 grados, en una posición cómoda, con ropa holgada, para que nada genere una molestia externa.