La adolescencia es una etapa de cambios intensos tanto biológicos como psicológicos y morales, siendo en algunas ocasiones compleja de manejar tanto para el chico como para su familia.
A pesar de que es un período conflictivo entre padres e hijos, dado por el carácter enérgico e idealista de los adolescentes, también es un período en el que los padres pueden fortalecer el proceso de madurez y formación de sus hijos para ser parte de la sociedad.
Los signos más visibles del inicio de la adolescencia son los cambios bruscos de comportamiento, ya que los adolescentes buscan más independencia, crece la preocupación por como lo ven sus pares y buscan constantemente su aceptación, siendo su círculo de amigos más importantes a la hora de elegir opciones. Además la adolescencia es una búsqueda constante de nuevas experiencias, por lo que son más vulnerables a riesgos como la drogadicción, la delincuencia, el embarazo no deseado, el tabaquismo, alcoholismo, entre otras.
A medida que van madurando, los adolescentes empiezan a pensar de un modo más abstracto y racional. Su propio código ético y escala de valores está en proceso de formación, es entonces cuando empiezan a afirmar sus propias opiniones con fuerza y a discrepar del control paterno.
Existen una serie de pautas, que permite a los padres realizar un acompañamiento efectivo en el proceso de crecimiento de sus hijos, dejándolos vivir sus propias experiencias, tales como:
Normas apropiadas: El fomentar el uso de reglas en el hogar permite el control y fomenta el carácter de sus hijos. Por ejemplo constituya horarios para dormir, para llegar a la casa, para cenar en familia, etc.
Supervisión de lo que ve y lo que lee su hijo: El acceso a internet y televisión debe limitarse, vigile el tipo de información al que accede su hijo y con quién se comunica vía internet o telefónicamente.
Identificar las señales de alarma: Un comportamiento extremo en un adolescente puede indicar la existencia de un problema real que requiere ayuda profesional. Permanezca atento a identificar la existencia de los siguientes signos de alarma: aumento o pérdida de peso en exceso, problemas del sueño, cambios rápidos y drásticos en la personalidad, cambio repentino de amigos, faltar a clase continuamente, calificaciones bajas, ideas suicidas, indicios de consumo de alcohol, drogas o cigarrillo, problemas con la ley.
Lo más importante es considerar el foco diferencial de cada persona, ya que no todos los adolescentes presentan los mismos signos psicológicos y conductuales y por lo tanto el manejo de conflicto que deben realizar los padres depende de ello. De esta forma la educación y el acompañamiento en dicha etapa deben estar basados en el amor pero con reglas y límites, fundamentados en una escala de valores sólida desde la niñez.