Con el invierno llega la gripe y el resfrío. La falta de los nutrientes adecuados puede ocasionar una disminución significativa de las defensas, volviendo al organismo más vulnerable a enfermarse.
Claro que hay variables que no se pueden manejar, como la interacción con otras personas en ámbitos laborales o afectivos, los cambios naturales o artificiales de temperatura a los que estamos expuestos constantemente. Por otro lado, además, no se anticipar ni medir con claridad las situaciones de stress que vivimos y éste es el peor de los males porque afecta directamente a las defensas.
Cítricos. Pomelo, naranja, mandarina, limón. Todos son grandes proveedores de Vitamina C, que es clave para mantener las defensas altas. Favorece la absorción de hierro y es un importante antioxidante. Además la Vitamina C se puede consumir en grandes cantidades ya que si hubiese exceso, el cuerpo la elimina naturalmente. También sestá presente en frutilla, frambuesa, mango, kiwi, melón y en hortalizas como el tomate, pimiento, brócoli, coliflor o repollito de Bruselas. Es mejor consumir estos alimentos crudos.
Frutos secos, semillas y cereales integrales. Además de aportar calorías de las buenas, son fuertes en Vitaminas A, C y E, fundamentales para las defensas.
Vegetales de colores brillantes y fuertes. Calabaza o zapallo, brócoli, espinaca y zanahoria. Aportan grandes cantidades de antioxidantes y vitaminas. Los de color naranja además, betacaroteno y Vitamina C, dos expertos en cuidado del sistema inmune.
Legumbres. Lentejas, arvejas, porotos, habas, garbanzos. Aportan hierro, zinc y Vitamina B6 que ayuda a generar glóbulos blancos, éstos son los que nos defienden de las enfermedades.
Ajo. Es un antibiótico natural milenario. Sus propiedades curativas y preventivas están en su alto contenido de azufre y se recomienda el consumo diario de uno o dos dientes de ajo para mantener la salud en óptimas condiciones.
Yogurt. Por su alto contenido de probióticos, mantiene el sistema inmune fuerte.
Mariscos. Poseen altas cantidades de zinc y magnesio, colaborando con las defensas además de ser exquisitos.
Carnes magras, pescados y huevo dan proteínas de alto valor biológico y son formadoras de glóbulos blancos y rojos, aportando antioxidantes, hierro y zinc, elementos que nos protegen de virus y bacterias.
Miel y propóleo. Cuentan con efectos antibióticos, antisépticos y colaboran con el buen funcionamiento del sistema inmune. También se les atribuyen cualidades antimicrobianas, reconstructivas y anticancerígenas.
Aceite de oliva. Es considerado el oro líquido ya que se conocen tantas propiedades favorables para el organismo, que se puede decir que sirve para todo o casi todo. Controla la presión arterial y el colesterol, tiene propiedades anticancerígenas y hasta se dice que podría prevenir el deterioro mental. Respecto del sistema inmune, por ser rico en antioxidantes y nutrientes esenciales, colabora en fortalecerlo.