El crecimiento intrauterino retardado o restingido (CIR) afecta a entre un 8 y un 10% del total de los embarazos, lo que supone que en Europa se dan unos 500.000 casos al año. Hablamos de CIR cuando el peso fetal estimado (PFE) es inferior al percentil 3. También cuando el peso fetal estimado es inferior al percentil 10 y hay una alteación del flujo cerebro-umbilical o de las arterias uterinas. Así, el bebé sería más pequeño de lo que le corresponde en esa etapa del embarazo.
El CIR tiene distintas causas, aunque en cuatro de cada diez casos no se llega a saber qué lo ha provocado. No obstante, existen algunos factores conocidos sobre los que sí se puede actuar para prevenirlos. Son los siguientes, según detalla la Dra. Susana Pérez Rodríguez, especialista en Obstetricia y Ginecología de Málaga y miembro de Doctoralia.
¿En qué situaciones vuelve a presentarse un CIR en una gestación posterior? “El CIR normalmente no se repite en otro embarazo. En algunas mujeres en las que vuelve a ocurrir depende de la causa que llevó a desarrollarlo en el primer embarazo. Especialmente se repiten los relacionados con la hipertensión”, aclara la experta.
El CIR se detecta mediante ecografía a la que se suele añadir un estudio Doppler. Desde el momento en que se confirma, los controles sobre el embarazo van a aumentar considerablemente para ir valorando cada muy pocos días el crecimiento del bebé. Puede que también se realicen otras pruebas complementarias como la amiocentesis (en el caso de sospecha de alteraciones fetales) y analíticas para detectar si hubiese alguna infección como la toxoplasmosis.
Cuando el estado del bebé lo aconseja, a veces el CIR obliga a adelantar el parto. “La vía por la que llevar a cabo el parto varía en función de la alteración de los flujos (arteria umbilical, arteria uterina y arteria cerebral media) y de las semanas de gestación”, explica la ginecóloga. En ocasiones será posible un parto vaginal y en otras habrá que practicar una cesárea, sobre todo si el bebé es muy prematuro o la placenta tiene determinados problemas.
El CIR limita la capacidad de crecimiento del feto dentro del útero materno, por eso tiene importantes consecuencias. “Se asocia a un incremento importante de la mortalidad perinatal, aumento de la morbilidad a largo plazo, retraso del aprendizaje, alteraciones del comportamiento y trastornos neurológicos”, advierte la Dra. Susana Pérez. Hay que tener en cuenta que en estos casos el feto sufre restricciones tanto de alimento como de oxígeno y “estos cambios influyen en el desarrollo de órganos importantes, como el cerebro o el corazón y en el metabolismo”. “Dichos cambios permanecerán de por vida y representan una mayor predisposición a desarrollar problemas de salud. No se trata de enfermedades como tal, sino de predisposición”, aclara.
Habitualmente, los niños que nacen con un CIR son vigilados muy de cerca por neonatólogos. Después, “será el pediatra de Atención Primaria el encargado de controlar de manera exhaustiva el crecimiento y desarrollo del bebé CIR, prestando especial atención a su evolución en los primeros años de vida”, indica la especialista de Doctoralia. “Se deberá estar alerta para valorar y detectar si el niño se desvía de la normalidad, por ello la especial importancia en los primeros años de vida. Una medida protectora es la lactancia materna, que en los bebés CIR es especialmente beneficiosa”, recomienda.