Si te gustan las plantas pero todavía no tienes mucha experiencia en su cuidado, lo mejor que puedes hacer es elegir plantas resistentes y fáciles de cuidar. Pero, aun así, puede ocurrir que les ataquen diferentes males y enfermedades. Saber detectarlos a tiempo es importantísimo para poder combatirlos con éxito.
Por mucho que quieras darles a tus plantas los mejores cuidados, no es extraño que alguna de ellas, de interior o de exterior, termine por estar aquejada de una enfermedad concreta. La clave, cuando esto sucede, está en detectarla a tiempo para diagnosticarla y combatirla antes de que la planta sucumba definitivamente.
Lo mismo ocurre si no les estamos dando los cuidados que necesitan: si las regamos poco o mucho, o si las tenemos en un lugar inapropiado para ellas. Saber lo que hacemos mal es el primer paso para corregir la forma en que las cuidamos y así poder salvarles la vida a nuestras plantas. Ellas nos envían señales que son auténticas peticiones de socorro: ¡escúchalas!
Cuando a una de tus plantas comienzan a caérsele las hojas sin motivo aparente (es decir, si no se trata de una planta caducifolia) es que algo le pasa. Es el momento de estar alerta, en especial si es un ejemplar joven.
Tienes que saber que no hay un único motivo por el que se le pueden caer las hojas a una planta. Puede ser por falta de agua, porque haya recibido mucho sol o porque esté en un lugar con corrientes de aire.
Revisa los cuidados que le das a la planta y haz modificaciones en ellos: cámbiala de sitio, vigila el riego, modifica la exposición al sol y ve comprobando si se le siguen cayendo las hojas o no.
¿Alguna de tus plantas parece estar muy débil últimamente? ¿No crece y tampoco tiene nuevos brotes? ¡Ojo! Puede ser que la estés regando en exceso.
En muchas ocasiones creemos que este aspecto debilitado de nuestras plantas se debe a que necesitan más agua y lo que hacemos realmente al regarlas más es empeorar el problema. Es importante comprobar que el sustrato está húmedo, pero no en la superficie, sino a unos 7 cm en el interior. Si ves que hay humedad en las capas más profundas del sustrato, deja de regar la planta y aplica el tratamiento adecuado para eliminar el exceso de agua.
– Saca la planta de la maceta y deja las raíces al aire un día entero para que se aireen y se sequen.
– Vigila las raíces: si están de color claro, eso quiere decir que tu planta aún puede salvarse. Si están negras, lo más seguro es que hayan empezado a pudrirse. En ese caso prueba a recortarlas un poco y aplica un fungicida adecuado.
– Trasplanta tu planta a otra maceta con un nuevo sustrato.
Una planta cuyas hojas comienzan a volverse amarillas es que no está muy bien de salud. Lo más habitual es que el problema sea el riego: o es escaso o excesivo. Ambas situaciones pueden hacer que las hojas de tus plantas se vuelvan amarillas.
Si vigilas el riego y crees que es el adecuado, entonces puede deberse a un problema de falta de nutrientes. Añade un fertilizante específico siguiendo las recomendaciones del fabricante en cuanto a la dosis y a la frecuencia de uso.
Si las hojas de tus plantas presentan bordes o manchas marrones, la causa puede estar en la escasa humedad ambiental.
Hay muchas plantas que necesitan un ambiente húmedo para estar saludables. Sin embargo, la calefacción en invierno y las altas temperaturas del verano suelen provocar que los ambientes estén muy secos, en especial en zonas de interior.
Para solucionar el problema puedes pulverizar tus plantas con agua y regarlas con la frecuencia adecuada. Otra razón por la que tus plantas pueden tener manchas parduscas en las hojas es un exceso de sol directo: cambia las macetas de sitio y comprueba si desaparecen estas manchas.
Unos tallos blandos indican que la planta lleva un tiempo sufriendo las consecuencias de la podredumbre. Cuando una planta se pudre, el mal comienza en las raíces por lo que no siempre nos damos cuenta a tiempo. Después la podredumbre va avanzando hasta alcanzar los tallos y después las hojas. Es entonces cuando advertimos el mal y muchas veces es ya demasiado tarde.
Si, de repente, notas que las hojas de alguna de tus plantas, y también la capa superficial de la tierra, están cubiertas por una capa blanquecina eso quiere decir que está sufriendo el ataque de hongos.
El oídio es un ejemplo de esto: se manifiesta como una especie de polvillo blanco que cubre hojas y tallos. Para eliminarlo debes utilizar un fungicida específico para cada tipo de plantas.
¿Las hojas de tus plantas están llenas de agujeros? Si la respuesta es sí, lo más seguro es que están siendo atacadas por insectos. Ten en cuenta que los agujeros en las hojas son un claro indicador de la acción de insectos masticadores.
Lo mejor es estos casos es vigilar la planta hasta detectar la plaga que la está atacando, y después buscar el remedio adecuado. Puedes tratar de eliminar los insectos con un insecticida ecológico como el jabón potásico, en lugar de recurrir a la primera a los insecticidas químicos. Deja estos últimos para cuando los remedios naturales no funcionan.
Si ves que las raíces de una de tus plantas asoman por los agujeros de drenaje de la maceta es que necesita un cambio de contenedor.
Las raíces requieren espacio suficiente para poder desarrollarse. Si no se lo das se irán atrofiando. Aunque no es una enfermedad como tal, sí puede afectar a la salud y al crecimiento de tus plantas. Por eso debes estar atento y cambiar a una maceta más grande a aquellos ejemplares que lo necesiten.
